Debía asistir esta mañana a una reunión de entidades colaboradoras del Programa Gizalan impulsado por la Fundación Carmen Gandarias y Caritas de Bizkaia cuando una compañera me ha remitido a los comentarios digitales de una noticia que el Grupo Correo publicó ayer sobre las subvenciones al tercer sector por parte de las instituciones vascas.
Esta noticia es la secuela de otras que este mismo fin de semana se han publicado en los periódicos del Grupo Correo.
Quiero entender que estas casualidades en el tiempo y espacio son sólo eso, casualidades y que no estamos ante una campaña bien orquestada contra el Tercer Sector Vasco. Tercer Sector que dicho sea de paso, en esta época de crisis, está haciendo frente a necesidades tan variadas como atender a personas sin hogar y solas como al inmigrante que se ve ahora fuera de ese mercado laboral que les utilizó como recurso en otras épocas.
La reunión de esta mañana, además de muy fructuosa, ha servido para confrontar la realidad del Tercer Sector, al menos bizkaino. Un Tercer Sector que en estos momentos de crisis, de recortes de recursos, es capaz de seguir aportando soluciones creativas para acompañar a quienes más lo necesitan.
Y buen ejemplo de ello es Gizalan, una iniciativa privada que pone en colaboración a Cáritas
y la Fundación Carmen Gandarias y a una veintena de entidades sin ánimo de lucro para, además de crear más de 50 empleos para personas en situación de vulnerabilidad atender a más de 300 personas en sus diferentes programas.
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