"Nuestro mayor miedo no es que no encajemos,
nuestro mayor miedo es que tenemos una fuerza desmesurada.
Es nuestra luz y no nuestra oscuridad lo que más nos asusta,
empequeñecerse no ayuda al mundo, no hay nada inteligente
en encogerse para que otros no se sientan inseguros a tu alrededor,
todos deberíamos brillar como hacen los niños, no es una cosa
de unos pocos sino de todos.
Y al dejar brillar nuestra propia luz inconscientemente damos
permiso a otros para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio
miedo, nuestra presencia libera automáticamente a otros."
El miedo nos atenaza, nos ha paralizado y lo más que hacemos es quejarnos de cómo están las cosas, de lo desgraciados que nos hacen los otros o determinadas situaciones. Algunos se atreven a llevar esas quejas un poco más allá y ser organizan para mostrar su hastío. No nos damos cuenta de qué sólo nosotros podemos vencer esta situación.
El miedo es una emoción que llevamos muy dentro de nosotros y que nos ha servido para sobrevivir. Tenía su sentido cuando en un entorno hostil nos indicaba que no debíamos hacer, cuáles eran los comportamientos peligrosos.
Pero hoy en día, nuestra existencia, nuestra vida, al menos en nuestras sociedades modernas no se ven amenazadas y aún así el miedo domina nuestras vidas. Obviamos cuál es nuestra misión, nuestra responsabilidad ante el Arquitecto del Universo, ante Dios y sobre todo olvidamos cuál es nuestra responsabilidad antes nosotros mismos.
Os dejo el vídeo que me ha enviado Elena Quevedo y mi propia reflexión de que todo está en nuestras manos, es nuestra elección.
"El mejor modo de prever el futuro es inventarlo."
(F. Ford Coppola)
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